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Ricardo Almenar: “Considero que el actual modelo empresarial está totalmente obsoleto”

El experto en Liderazgo impartió una charla interactiva ante estudiantes en la presentación de la primera edición de los Premios Monkey.

Publicado por mcarmen
miércoles, 14 de octubre de 2009 a las 08:00

Optimista, enérgico y contundente. Ricardo Almenar es licenciado en Psicología por la Universitat de València, profesor de ESIC, experto en Liderazgo de equipos y desarrollo de personas, además de un prestigioso consultor empresarial. Con un entusiasmo contagioso y un discurso plenamente actual y dinámico, casi revolucionario, su trabajo es reconocido en todo el territorio español. En su última estancia en nuestras comarcas, invitado por el CEEI-Alcoy, ofreció una charla interactiva dirigida a decenas de jóvenes alumnos de Ciclos Formativos de distintas localidades de nuestro territorio, toda una experiencia de motivación empresarial para los futuros profesionales.

- Ricardo Almenar se autodenomina rebelde.

- Sí, así es. Me rebelo ante aquello que no me gusta. Pero quizá, más que rebelde calificaría mi discurso de emergente. Creo que el modelo tradicional de empresa está agotado; en la situación actual se imponen los cambios, y las empresas han de adaptarse. La pregunta es: ¿La empresa tiene la estructura adecuada? Yo propongo una respuesta inmediata y contundente: han de cambiar las estructuras de las empresas tal como las conocemos, sus diseños horizontales y jerarquizados, tal como están cambiando los mercados, las estructuras económicas que conocíamos hasta ahora.

- Pero las empresas, tal como las conocemos, obedecen a una estructura, sin la cual se supone que es complicado funcionar. -

Pues no me creo esa estructura. No me entra en la cabeza que una empresa pueda funcionar sin contar con las personas. Con todas las personas que la integran. Todas ellas tienen algo que aportar, porque todos los que trabajan en una compañía tienen su punto de vista, observan lo que pasa y sacan conclusiones. Y con la aportación de todos, las cosas por fuerza han de funcionar mejor. Las personas son fundamentales. El valor más importante de una empresa son sus personas.

- Su discurso puede llegar a sonar revolucionario: habla incluso de redistribuir beneficios entre los empleados. ¿Ese mensaje no puede causar un efecto negativo entre el empresariado?

- Hay de todo, hay quien le gusta, lo escucha y reflexiona, y quien no lo comparte en absoluto. Me dedico a tratar a personas, más que a empresas, y en las compañías llevamos a cabo un trabajo que se extiende de uno a tres años. El primer año realizamos una tarea más intensa, y vamos rebajando la intensidad con el tiempo. Los resultados se observan a medio plazo, y unas empresas cuestan más que otras a la hora de ir asimilando los cambios. Pero en lo que respecta a la redistribución de los beneficios, creo firmemente en ello: a través de incentivos, o mediante objetivos, pero es esencial que el trabajador sienta esa motivación. No es de recibo que alguien se emplee a fondo, realice un esfuerzo enorme, y al final no se le retribuya más que si hubiera tenido un papel pasivo. Cuando se lanza la idea puede causar cierto temor en el empresario, pero cuando las cosas dan resultado cambia de opinión.

- Se sobreentiende que al fluir la comunicación y las opiniones en el seno de la empresa, pueden surgir incomodidades. Alguien de abajo puede poner en evidencia a los de más arriba...

- Sin duda. Es uno de los problemas frecuentes que podemos encontrar, pero es un problema de inmadurez. Tan importante es que los empleados que menos cuentan a la hora de tomar decisiones sumen su visión al conjunto, de forma que se sientan parte del proyecto, como que los grandes egos de la empresa se enfrenten a las críticas y las sepan aceptar. Es simple comunicación.

- ¿Cree que todas las empresas están preparadas para asumir esos cambios? En un momento como el actual, ¿podría ser buena ocasión para cambiar?-

Es un proceso duro, no nos engañemos. La cultura empresarial impone un modelo tradicional, y hay que vencer una resistencia que viene de muy atrás, del propio modelo de empresa tal como la conocemos. No hablo solamente de una resistencia de los empresarios: cuesta que todos se desinhiban, que confíen en una estructura distinta a la que conocían. Hay que experimentar, y eso siempre es difícil; pero siempre digo que hay que dar tres oportunidades a las personas, porque es complicado que las cosas salgan bien en seguida. Eso sí: siempre digo que hay que ser tres veces justo, no cuatro veces imbécil. Hay que tener comprensión mutua, pero no se puede aceptar que la gente se aproveche de los nuevos roles que puedan asumirse en las empresas.

- La charla que ha impartido ante estudiantes de Ciclos Formativos, ha sido todo un éxito. Les ha contagiado su entusiasmo. ¿Cómo ve a la gente joven?-

Me encanta trabajar con los jóvenes, pero lo que veo me preocupa. Soy un enamorado de la universidad, pero al mismo tiempo soy muy crítico con la enseñanza universitaria. No creo que la educación esté sabiendo transmitir valores a los jóvenes, son víctimas de un pesimismo generalizado, carecen de motivación para hacer frente a la realidad profesional. Apenas saben trabajar en equipo, no hay noción del respeto por el trabajo de los demás, les falta humildad... Todos estos aspectos también se han de trabajar, y no solamente en la universidad. Deberían formar parte de todo el currículum educativo. Y además, también observo en la gente joven falta de ambición por aprender, una vez que han terminado sus estudios. Hoy en día es necesario formarse continuamente, el mercado de trabajo es cada vez más exigente y hay que capacitarse al máximo.

- ¿Cómo ve el tejido empresarial de nuestras comarcas? -

Sin duda, esta zona tiene una economía productiva muy importante. Pero al igual que el resto de territorios, ha de adaptarse a las nuevas realidades. Hay que pararse a reflexionar y reinventarse, porque la economía se está reinventando a sí misma. Partíamos de un primer nivel, en el pasado, que se basaba en unos conocimientos mínimos a partir de los cuales podía crearse un proyecto empresarial. En el presente, las empresas disponen de unos conocimientos más amplios, pero éstos apenas sirven si después no se sabe gestionar un equipo para lograr una innovación constante a base de las aportaciones de todos los que participan en el proceso, de integrar todo el conocimiento de un equipo. En el futuro, el trabajo tenderá a ser cada vez más reflexivo, en base al aprendizaje; conocimientos, habilidades y reflexión serán la base de la empresa. Y para ello la aportación de todos es importante. Tenemos un caso muy curioso: trabajamos en un hotel de Ibiza en el que no llamaban al personal de la limpieza a las reuniones. ¿Cómo que no? Ellas también observaban, sabían qué pasaba en su entorno y qué cosas podrían mejorar. Pues bien, una de esas limpiadoras hoy es la gobernanta del hotel, porque tenía buenas ideas para la empresa que, por su posición, no podía aplicar. El clasismo no es bueno en la empresa.

- ¿Qué aconsejaría a los empresarios?-

Que sean valientes. Hay que reinventar la empresa. Es difícil, pero hay que tener la habilidad de deshacerse de modelos que no sirven. Hay que tener voluntad y humildad, porque las empresas necesitan imaginación, y para ello es necesario fomentar la participación de todos, motivar a cada persona que forme parte del proyecto. Es el empresario el que ha de tirar del carro, enseñar a su gente a aprender a aprender. Imaginar, crear, innovar, pasa por cambiar de mentalidad y abrir nuevos caminos. El futuro nos lo exige.

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