La multitarea ¡Hasta aquí hemos llegado!
Publicado el viernes, 23 de abril de 2021 a las 12:43
Con el ritmo actual que llevamos en el trabajo parece que ser una persona multitarea pueda ser una característica profesional favorecedora: escribir un correo mientras hablas por teléfono, pasar de hacer un presupuesto para contestar el chat con un cliente, atender una información que te pasa un compañero cuando estás haciendo una reparación en una máquina, etc.. Estas situaciones se pueden dar muy a menudo en diferentes ocupaciones, pero se están agudizando en los profesionales del conocimiento que se manejan con diferentes entradas de información que deben atender, más que en personal con tareas más repetitivas que responden ante una demanda concreta.
Si vemos la definición de multitarea desde el diccionario de la RAE, se refiere a un concepto del ámbito informático “sistema que puede ejecutar varios programas o varias tareas de manera concurrente”.
Nos hemos apropiado de este concepto para las personas y el funcionamiento del cerebro no es así: no puede hacer dos cosas a la vez, más bien no puede atender a dos cosas a la vez. Lo que hacemos realmente es cambiar de una tarea a otra de manera muy rápida. Y hay veces que es solo toma una décima de segundo pero ya está suponiendo un esfuerzo mental, una carga psicológica y repercute en la productividad de la persona.
Este concepto de multitarea no tiene tanta relevancia si lo que hacemos son tareas rutinarias o hábitos, por ejemplo, estar hojeando una web, una revista o moviéndose por Instagram, ya que si podemos hacer dos cosas a la vez si las dos son rutinarias, que no requieren las dos mucha atención en su ejecución. Además añadamos que nuestro cuerpo cumple con sus funciones fisio-biológicas para sobrevivir del sistema nervioso vegetativo sobre las que no tenemos control voluntario (respirar, actividad cardíaca, hacer la digestión, sudoración, etc.) y que, por supuesto, nuestro cerebro sigue dando órdenes mientras estamos ocupados/as en el trabajo.
David Meyer, profesor de psicología en la Universidad de Michigan afirma de sus investigaciones que pueden compartirse tareas que no requieren los mismo recursos, por ejemplo, doblar la ropa y escuchar un informe meteorológico en la radio sin demasiados problemas. Una vez que las tareas se complican, ya se producen interferencias entre ellas y habrá que reducir la velocidad o se cometerán errores. (Estudios sobre conducción y envío de mensajería escrita).
Cuando cambiamos de actividad, hacemos que el cerebro pase por dos etapas de gasto de energía:
- Decisión de cambiar de tarea
- Adaptarte al nuevo contexto o reglas; centrar la atención.
Un ejemplo de ello es las veces que consultamos la mensajería en el móvil o el correo. Los estudios muestran que la mayoría de las personas no pueden pasar más de 6 minutos sin verificar su mensajería, por ejemplo su correo electrónico (Peor aún, el 35,5% de los/as trabajadores/as revisan su correo electrónico y su mensajería instantánea cada 3 minutos o menos). Y lo malo de esto es que lo vemos «normal», e incluso confundimos ser colaborativos o resolutivos si estamos con una predisposición activa, atendiendo todo los inputs el 100% de la jornada de trabajo (o más).
Puedes leer otros artículos AQUÍ