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Píldoras de felicidad. Autoadministrables

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EMOTIONAL APPS SL

EMOTIONAL APPS SL

Publicado el lunes, 15 de enero de 2018 a las 11:00

¿De qué depende mi felicidad?

Cuando le pregunto a mis allegados sobre qué más valoran en la vida una respuesta aparece de forma recurrente: la felicidad. Es el tesoro más codiciado de nuestros tiempos, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que todos queremos alcanzar.

Todos tenemos nuestra propia idea de lo que necesitamos para ser feliz, pero esa idea no siempre es necesariamente correcta. Sabemos que la felicidad no es sencilla de explicar y que depende en gran medida de un órgano. El cerebro dicta toda nuestra actividad mental y con ello nuestra felicidad, es por eso que debemos cuidarlo y entrenarlo para acercarnos al ideal de felicidad.

Ahora bien, más allá de lo que nos pasa en la cabeza, la pregunta es cómo lograr el ansiado premio de la felicidad. Todos tenemos proyectos y motivaciones que nos permiten ilusionarnos y buscar con ahínco resultados que nos acerquen al éxito y la satisfacción, dos conceptos que casi siempre van de la mano de la felicidad. Sin embargo, muchas personas logran sus metas y creen que por el hecho de conseguir el ansiado objetivo van a alcanzar la felicidad de forma perenne y se van a poder relajar de sus preocupaciones y angustias.

Lamentablemente, esto no suele suceder, ya que alcanzar un objetivo nos aporta satisfacción pero limitada en el tiempo, la duración depende del objetivo y de la persona. Una vez satisfecha una meta empezamos a desear otra: el que ganó un trofeo quiere dos, el que pasó una quincena en Copacabana ahora desea un mes, y el que recibió el premio a mejor atleta joven quiere ahora el absoluto. Por tanto, una buena opción es, comenzar a pensar en la felicidad como algo que consiste en ser y no en tener. Pero esto, aunque parezca sencillo, también requiere de cierta predisposición y entrenamiento.

El experto en Psicología Positiva, Tal Ben-Shahar, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno aprende a montar en bici o a jugar a pádel.
¿Cómo puedo desarrollarla?

Según las investigaciones, aproximadamente un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas, un 40% a las actividades en las que participamos y el 10% restante se debe a los acontecimientos de vida que nos surgen. En relación con esto, Martin Seligman y Sonja Lyubomirsky, pioneros de la Psicología Positiva, comprobaron que existen una serie de actividades que han probado aumentar significativamente el nivel de felicidad cuando son practicadas frecuentemente.

  1. Aceptar las emociones negativas. Resulta muy útil apreciar la diferencia de bienestar cuando estamos en una situación de bienestar alejados de sentimientos negativos respecto a cuándo nos encontramos atrapados por una emoción negativa.
  2. Agradecer más a menudo. En lugar de preocuparnos por lo que no tenemos o lo que nos pueda pasar, debemos pensar por qué cosas estamos agradecidos.
  3. Realizar ejercicio físico. El estudio longitudinal realizado en la universidad de Harvard mostró que el 80% de las personas más felices se ejercitan por lo menos tres veces por semana durante 30 minutos.
  4. Entrenar el optimismo en situaciones de fracaso. Pensar que uno es suficientemente bueno e inteligente y que, además, está aprendiendo, por lo que hay espacio para cometer errores.
  5. Diferenciar entre trabajo, necesidades básicas y espacio personal. Es importante saber cuidar las tres áreas de forma equitativa para alcanzar el equilibrio emocional. Para ello prueba a dedicar 8 horas del día a cada una de ellas.

La felicidad, además, ha demostrado ser un factor de protección contra enfermedades de diversa índole: experimentar emociones positivas con frecuencia se asocia con menores posibilidades de experimentar ansiedad o depresión. Las personas, cuando se sienten bien, enferman menos, viven más y tiene una mejor calidad de vida. Por tanto, la receta es sencilla, autoadministrar alguna de estas cinco píldoras de felicidad con tanta frecuencia como sea posible.

“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”.
Benjamin Franklin
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