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Gabriel Tortella: “Que los políticos pierdan el control de las cajas de ahorros quizá sería la única manera de recuperarse”.

El catedrático de Historia de la Economía de la Universidad de Alcalá de Henares Gabriel Tortella representa una de las voces más respetadas e influyentes en el ámbito económico español.

Publicado por mcarmen
viernes, 16 de julio de 2010 a las 12:00

Recientemente ha acudido al CEEI Alcoy para impartir una conferencia, en el marco del VI Foro de la Financiación, en la que ha repasado los errores que han llevado a la economía occidental a la crisis financiera que atraviesa. Tras analizar los posibles fallos cometidos, no alcanza a disponer de una opinión demasiado positiva del futuro económico más inmediato.

En la conferencia pronunciada en el CEEI-Alcoy ha quedado claro que no es usted demasiado optimista. Pero, ¿se ha hecho algo bien desde que estalló la crisis?

Por parte de las empresas el mero hecho de seguir luchando es hacer las cosas bien: no tirar la toalla en un momento como el actual. Las fórmulas que se pueden aplicar en las compañías, como en lugar de reducir plantilla hacer unos turnos más cortos adaptando el horario laboral a una menor producción, es un ejemplo de buen hacer de los empresarios. Todos esos mecanismos para continuar con la marcha de las empresas, que además parecen apoyados por los sindicatos, son ejemplos de hacer las cosas bien en unas circunstancias muy adversas. Flexibilizar, esa es una de las mejores cosas que se están haciendo. También considero positivo el hecho de que se ajusten las condiciones laborales de los empleados públicos o que se reduzca el sueldo de algunos políticos, para que no siempre acaben pagando las consecuencias de los problemas económicos las clases más desfavorecidas. Por ello, considero casi una inmoralidad que se recorten las pensiones.

Pero no parece que sea suficiente para combatir la crisis, ni como fórmula para que no volvamos a caer en los errores que nos han traído a esta situación.

No, claro. Pero hay que atender a una multiplicidad de factores para lograr cierta recuperación. Parece que la crisis ha tocado suelo, ha llegado al punto más bajo de la curva, y esperamos que ahora empiece el ascenso. Keynes decía que “el ciclo dura lo que dura el equipo capital”, y ahora el ciclo se recupera. El problema estaría que ahora se hicieran las cosas muy mal, después del batacazo tremendo que hemos sufrido.

¿Y no haremos las cosas mal? ¿Se están haciendo mejor a nivel del sistema financiero?

En España no lo veo. Es cierto que a la larga vamos a salir del hoyo, quizá gracias a la recuperación económica de otros países, que nos va a permitir también a nosotros recuperarnos. También la caída de cotización del euro favorece a España, e incluso la revalorización de la moneda china puede favorecer a las empresas españolas. Pero lo que indigna es comprobar cómo los políticos, que han de tomar las decisiones adecuadas en una situación como ésta, se abandonen a discusiones estériles y no sean capaces de entenderse. Quizá, que los políticos pierdan el control de las cajas de ahorros sería la única manera de recuperarse.

O sea, que en España no parece que estemos preocupados de detectar los errores cometidos, ni de poner las bases para no volverlos a cometer.

En España no se están poniendo las bases para reconvertir las estructuras deficientes. La educación, por ejemplo, es una de esas bases, y hoy por hoy tenemos en España un sistema educativo nulo. Sobre todo, la educación pública. Es una vergüenza que los mejores estudios de Económicas se hagan a través de la educación privada, y es que los departamentos de economía empresarial de las universidades públicas son muy malos. No se puede comparar con el sistema inglés, por ejemplo. Comparativamente, entre el sistema inglés y el español sucede algo muy curioso: los empresarios españoles tienen o bien educación elemental o bien educación superior; están infraeducados o sobreeducados. En Inglaterra sucede al contrario: existen unas instituciones llamadas Public Schools, que paradójicamente son organismos privados, que suplen a la universidad proporcionando un aprendizaje práctico. En España, afortunadamente, están empezando algunas iniciativas similares, pero faltaría esa institución que en Inglaterra sí existe, ese ‘superinstituto’. Y es que el problema es que la Secundaria en España no filtra a los alumnos: todos entran en la Universidad. Y al final existe una equidad, una igualdad a la baja en el nivel estudiantil que acaba perjudicando a todo el sistema educativo. Tengo que decir que, a pesar de todo, existen algunos islotes de calidad en el sistema educativo: se trata de algunos departamentos, no de facultades.

Entre los errores que nos pueden haber llevado a la situación actual, en su conferencia ha hablado de un ‘exceso de innovación’ en las finanzas. ¿A qué se refiere con este concepto?

Es un concepto que he utilizado para referirme a uno de los fenómenos surgidos con la burbuja financiera: la aparición de ‘chiringuitos financieros’. Se trata de productos o negocios muy rentables cuya práctica en ocasiones no acababa de ajustarse a la ley, moviéndose por encima de la legislación o aprovechando sus huecos. Se han producido abusos, que en muchas ocasiones han sido tolerados por los organismos que debían velar para que no se llegasen a producir tales excesos. A eso me refería como “exceso de innovación”.

¿Y se están mejorando los mecanismos de control a nivel internacional?

En mi opinión, no. No lo suficiente. En Estados Unidos ha habido una reacción inmediata que no parece que pueda poner coto a esos errores: impuestos muy fuertes y techos salariales para la élite financiera. Al final, eso supone que paguen justos por pecadores. Que vayan a la cárcel los que han engañado, pero muchos banqueros y financieros se han portado honestamente, no se puede castigar a todos por igual. Lo realmente interesante sería mejorar los mecanismos de supervisión, ver dónde han fallado y corregir esos errores. Y también castigar a los supervisores que han fallado, pero claro, ello supondría cargar contra algunos cargos políticos. Al margen de todo ello, la reforma que trata de imponer Obama resulta aún algo confusa, no podría afirmar gran cosa sobre las nuevas medidas. Me viene a la cabeza la Ley Glass-Steagall, que promulgó el Congreso de Estados Unidos en 1933 tras la Gran Depresión, que establecía la separación entre la banca de inversión y la banca comercial. Quizá permitiría un descontrol aún mayor de ciertos ‘chiringuitos’, pero ciertamente creo que sería interesante volver al espíritu de aquella ley. Hay que comprender que para los bancos ha supuesto una tentación muy grande invertir en depósitos prácticamente gratuitos, que hemos vivido momentos en que asistíamos a una auténtica carrera para lograr beneficios, y a ver quién era entonces capaz de no confiar en unas operaciones que la competencia realizaba a diario. Incluso Lehman Brothers se dejó llevar.

¿Y en España? ¿Ve que surjan mecanismos que eviten los errores del pasado? ¿O quizá la recuperación dependiendo de surtir de bienes o servicios a terceros países puede provocar que incluso incurramos en las mismas dinámicas?

Definitivamente no creo que en España se estén habilitando mecanismos efectivos, si bien la economía se acabará reajustando, y saldremos adelante. Pero hemos de despedirnos de una curva de beneficios como la que hemos vivido, aquellos tiempos en que los bancos otorgaban un 130% de la hipoteca solicitada. Hemos tensado demasiado la cuerda, y ahora toca reajuste. Me gusta comparar la situación con la denominada ‘Teoría de los patinadores’. Sobre un lago helado, alguien se lanza a patinar con cautela, y al ver que el hielo resiste va ganando confianza; otro patinador lo ve y decide también lanzarse a patinar; al ver que el suelo no se hunde, otros patinadores van sumándose. Acaban siendo tantos, que el hielo finalmente cede y todos los patinadores se hunden.

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